El viejo horreo
A veces vienen a mi mente recuerdos en forma de olores, hay uno exquisito, o por lo menos para mí así lo es. Una mezcla de olor a maíz y a jabón perfumado. Antes de mudarnos a Santiago vivíamos en la aldea, hace unos veinticinco años, ésta estaba formada por varias casas de piedra, a casi todos los vecinos nos unían lazos familiares. Aparte de la que era mi casa había una muy especial...Jamás entendí porqué tenía tres abuelas cuando todos tenían dos...aunque ella se empeñaba en contarme una y otra vez que ella era la madre de mi abuela, yo hacía como que la escuchaba pero siempre acababa llamándole abuela Pepa...Me encantaba sentarme a su lado y escuchar todas las historias que me contaba, era dulce, tranquila y glotona. En una ocasión la pusieron a régimen, ella se negó tajantemente, luego nos enteramos de que lo que quería el médico era echarla para el otro mundo, una explicación lógica como otra cualquiera...
Siempre la ví viejita como el mundo, había nacido en 1900, ella andaba con su bastón de madera, vestida siempre de negro, con toquilla negra y delantal a cuadros gris, pañuelo en la cabeza, y, en ocasiones su sombrero de paja gallego. Cuando era la época del maíz me sentaba con ella a debullar/desgranar maíz, de ahí su olor característico, y...hablábamos, en ese lenguaje tan especial que une anciana y niña...
Su casa era la contigua a la nuestra, ellos tenían hórreo, allí almacenaban parte de lo que cosechaban en sus tierras, así que ella me aupaba para que le cogiera un par de manzanas, me daba muchísimo miedo entrar pero ella paciente esperaba...su imposible apetito podía más..
Cuando nació la cuarta generación de nuestra familia, hubo fuegos artificiales, aunque ella se asustó un poco porque no entendía mucho qué significaba aquello de los fuegos en el cielo, pero se quedó embelesada observando a la hija de mi primo, le hicieron muchísimas fotos, algo que le encantaba, así que posó con coquetería.
Como sabía que me iba al extranjero, he de explicar que jamás había salido de Galicia, así que ir a Andalucía por lo menos cambiar de país...me dió parte de su tesoro...tres billetes de cien pesetas muy nuevos y doblados...según ella por lo menos tendría hasta que llegase...
Su abrazo siempre me olerá a maíz y jabón...
(Ojalá podáis captar algo de lo que he intentado plasmar)
8 comentarios
David -
Tu post me ha gustado y me ha traído mucho recuerdos :-)
byrongio -
Un abrazo vecina ;)
iralow -
Besote
Carmen -
Johnymepeino -
Maik Pimienta -
Besos!!
María -
Entrañable historia, ahora comprendo un poco mejor su afición (que no adicción) por los jabones varios. Cuan importante es la memoria olfativa, ¿verdad?...puede evocar sensaciones que con ningún otro sentido sería factible recordar. Si una imagen se dice que vale más que mil palabras, un olor creo que no tiene parangón (en mi modesta opinión, claro está).
Cuídese, dacord?. La seguiremos leyendo.
Luis Amezaga -