Mi padre
Cuando era pequeña siempre pensé que mi padre era un superhéroe, de los tebeos que me regalaba. Trabajaba fuera de España, venía dos veces al año a casa, y como era tan tímida al principio me costaba acercarme a él, pasaban muchos meses sin vernos. Siempre tendré grabado el dolor que me producía verlo irse en aquélla odiosa estación de tren, porque significaba que ya no lo vería en mucho tiempo.
Presumido como él sólo, hace gimnasia a su edad, se da sus cremitas y se quita edad. Me río tanto con él, y confieso que me encanta chincharlo. Ver su cara de desconcierto para luego darse cuenta y reírse por la payasa de su hija.
Hace nada que ha empezado a tener algún achaque, precisamente después de llegar con mis niñas le diagnosticaron un vasocelular, y más... Si me hubiera pasado a mí no me hubiera dolido tanto...de verdad.
Repasando viejas fotos ví el paso del tiempo en su rostro, ya no se echa gomina para no tener canas...siento una ternura infinita hacia él.
Papá cuánto te quiero y qué pocas veces te lo he dicho! Me lo has enseñado todo de una forma callada, siempre ahí para mí, tu sacrificio, tu entrega, tu risa, tus charlas, tus cerros de úbeda...tu deutsch, tus llamadas. Ojalá fuera yo ahora la mínima parte de lo valiente que has sido siempre cuando me miras pensando en que tengo la respuesta a todo. De ti aprendí todo lo que soy.
No quiero verlo, me niego, pero está ahí, te quiero con todo mi corazón!
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